Como se aprecia, es una tarta colorida, vitalista y optimista a mas no poder...Pero qué quieres que te diga, a mi me encanta. Es la primera tarta negra o tan negra que hago.
Aunque por dentro es blanquita: bizcocho de vainilla y crema de dulce de leche. Todo recubierto con un armazón de ganaché de chocolate que sirve de estructura para la pasta de azúcar negra. Debe quedar chula al corte, cuando se vea el contraste.
Como mi brazo sigue sin estar al 100% procuro no hacer tartas que requieran amasar o modelar, y esta cumplía esos requisitos. Aunque todo tiene su dificultad: lo más complicado ha sido dibujar a mano alzada el símbolo de la serie, con rotuladores comestibles sobre la silueta de pasta de azúcar blanca. De ésta, me contratan en algún taller de tatuajes.
Gracias a David por este encargo, felicidades a su hermano y suerte con el RETO 30
